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ACTO SEGUNDO
De las 26 escenas, que hay que leer en voz alta, señalo algunos versos:
de la III:
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De las 26 escenas, que hay que leer en voz alta, señalo algunos versos:
de la III:
SARGENTO: Éstas, señor, no de los hombre se prendan como tú. Si otro villano le festejara y sirviera, hiciera más caso de él. Fuera de que son tus quejas sin tiempo. Si te has de ir mañana, ¿para qué intentas, que una mujer en un día te escuche y te favorezca? ÁLVARO: En un día el sol alumbra y falta; en un día se trueca un reino todo; en un día es edificio una peña; en un día una batalla perdida y victoria ostenta; en un día tiene el mar tranquilidad y tormenta; en un día nace un hombre y muere; luego pudiera en un día ver mi amor sombra y luz, como planeta; pena y dicha, como imperio; gente y brutos, como selva; paz e inquietud como mar; triunfo y ruina, como guerra; vida y muerte, como dueño de sentidos y potencias. Y habiendo tenido edad en un día su violencia de hacerme tan desdichado, ¿por qué, por qué no pudiera tener edad en un día de hacerme dichoso? ¿Es fuerza que se engendren más despacio las glorias que las ofensas? SARGENTO: ¿Verla una vez solamente a tanto extremo te fuerza? ÁLVARO: ¿Qué más causa había de haber, llegando a verla, que verla? De sola una vez a incendio crece una breve pavesa; de una vez sola un abismo sulfúreo volcán revienta; de una vez se enciende el rayo que destruye cuanto encuentra; de una vez escupe horror la más reforzada pieza. De una vez amor, ¿qué mucho, fuego de cuatro maneras, mina, incendio, pieza y rayo, postre, abrase, asombre y hiera? SARGENTO: ¿No decías que villanas nunca tenían belleza? ÁLVARO: Y aun aquesa confïanza me mató; porque el que piensa que va a un peligro, ya va, prevenido a la defensa; quien va a una seguridad es el que más riesgo lleva, por la novedad que halla si acaso un peligro encuentra. Pensé hallar una villana; si hallé una deidad, ¿no era preciso que peligrase en mi misma inadvertencia? En toda mi vida vi más divina, más perfecta hermosura. ¡Ay, Rebolledo, no sé qué hiciera por verla!Escena XI
CHISPA: (Cantando)
"Érase cierto Sampayo la flor de los andaluces, el jaque de mayor porte, y el jaque de mayor lustre; éste, pues, a la Chillona topó un día..." REBOLLEDO: No le culpen la fecha, que el consonante quiere que haya sido en lunes. CHISPA: "Topó, digo, a la Chillona, que, brindando entre dos luces, ocupaba con el Garlo la casa de los azumbres. El Garlo, que siempre fue en todo lo que le cumple rayo de tejado abajo, porque era rayo sin nube, sacó la espada, y a un tiempo un tajo y revés sacude."Escena XVI
SARGENTO: Pues, señor, si has de volver,
mira que habrás menester
volver bien acompañado,
porque al fin no hay que fïar
de villanos.
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ÁLVARO: Ese temor quiso también que perdiese en esta parte mi amor; que don Lope se ha de ir hoy también a prevenir todo el tercio a Guadalupe; que todo lo dicho supe, yéndome ahora a despedir de él; porque ya el Rey vendrá, que puesto en camino está.Escena XVII
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REBOLLEDO: Aquel mozo, hermano de Isabel. Don Lope se le pidió al padre, y él se le dio, y va a la guerra con él. En la calle le he topado muy galán, muy alentado, mezclando a un tiempo, señor, rezagos de labrador con primicias de soldado. De suerte que el viejo es ya quien pesadumbre nos da. ÁLVARO: Todo nos sucede bien, y más, si me ayuda quien esta esperanza me da de que esta noche podré
hablarle.
Escena XVIII
LOPE: A muchas cosas os soy
en extremo agradecido;
pero, sobre todas, ésto
de darme hoy a vuestro hijo
para soldado, en el alma
os la agradezco y estimo.
CRESPO: Yo os le doy para crïado. LOPE: Yo os le llevo para amigo; que me ha inclinado en extremo su desenfado y su brío, y la afición a las armas. JUAN: Siempre a vuestros pies rendido me tendréis, y vos veréis de la manera que os sirvo, procurando obedeceros en todo. CRESPO: Lo que os suplico es que perdonéis, señor, si no acertare a serviros; porque en el rústico estudio, adonde rejas y trillos, palas, azadas y bieldos son nuestros mejores libros, no habrá podido aprender lo que en los palacios ricos enseña la urbanidad política de los siglos.
Escena XIX
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ISABEL: Por cariño, y no por paga,
solamente la recibo.
A mi hermano os encomiendo,
Ya que tan dichoso ha sido
que merece ir por crïado
vuestro.
LOPE: Otra vez os afirmo
que podéis descuidar de él;
que va, señora, conmigo.
Escena XX
LOPE: ¿Quién nos dijera aquel día
primero que aquí nos vimos
que habíamos de quedar
para siempre tan amigos?
CRESPO: Yo lo dijera, señor, si allí supiera, al oíros, que erais... LOPE: Decid por mi vida. CRESPO: Loco de tan buen capricho.Escena XXI
CRESPO: En tanto que se acomoda
el señor don Lope, hijo, ante tu prima y tu hermana, escucha lo que te digo. Por la gracia de Dios, Juan, eres de linaje limpio, más que el sol, pero villano. Lo uno y otro te digo; aquello, porque no humilles tanto tu orgullo y tu brío, que dejes, desconfïado, de aspirar con cuerdo arbitrio a ser más; lo otro, porque no vengas desvanecido a ser menos. Igualmente usa de entrambos designios con humildad; porque, siendo humilde, con recto juicio acordarás lo mejor y como tal, en olvido pondrás cosas, que suceden al revés en los altivos. ¡Cuántos, teniendo en el mundo algún defecto consigo, le han borrado por humildes; y cuántos, que no han tenido defecto, se le han hallado, por estar ellos mal vistos! Sé cortés sobremanera; sé liberal y esparcido, que el sombrero y el dinero son los que hacen los amigos; y no vale tanto el oro que el sol engendra en el indio suelo, y que consume el mar, como ser uno bienquisto. No hables mal de las mujeres; la más humilde, te digo, que es digna de estimación; porque al fin de ellas nacimos. No riñas por cualquier cosa; que cuando en los pueblos miro muchos, que a reñir enseñan, mil veces entre mí digo: "Aquesta escuela no es la que ha de ser". Pues colijo que no ha de enseñarse a un hombre con destreza, gala y brío a reñir, sino a por qué ha de reñir; que yo afirmo que, si hubiera un maestro solo que enseñara prevenido, no el cómo, el por qué se riña, todos le dieran sus hijos." Con esto y con el dinero que llevas para el camino, y para hacer, en llegando de asiento, un par de vestidos, al amparo de don Lope y mi bendición, yo fío en Dios, que tengo de verte en otro puesto. Adiós, hijo; que me enternezco en hablarte.Escena XXII
ISABEL: ¡Notable crueldad has hecho!
CRESPO: Ahora,que no le miro, hablaré más consolado. ¿Qué había de hacer conmigo sino ser toda su vida un holgazán, un perdido? Váyase a servir al Rey. ISABEL: Que de noche haya salido, me pesa a mí. CRESPO: Caminar de noche por el estío, antes es comodidad, que fatigo; y es preciso que a don Lope alcance luego al instante. (Enternecido Aparte me deja, cierto, el muchacho, aunque en público me animo.)Escena XXIII
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REBOLLEDO: Idos, si no queréis que la muerte sea el último castigo. CRESPO: ¿Qué importará, si está muerto mi honor, el quedar yo vivo? ¡Ah, quién tuviera una espada!
Escena XXV
...Cae [Pedro CRESPO]
REBOLLEDO: ¡Dale muerte!
Escena XXVI
JUAN: ¡Mortal gemido!
A modo de comentario"Reñir con buena ocasión, y honrar la mujer." Pues miro que así honro a la mujer, y con buena ocasión riño.----------
El capitán don Álvaro hace un discurso que parece de puro enamorado. Pero sólo tiene un día y quiere ganar esa batalla, de forma tan bestial como las que están acostumbrados a llevar a cabo. No le faltan las ayudas incondicionales de su sargento, Rebolledo y de Chispa.
En fin, que Calderón muy bellos versos, pero el drama ahí está.
Los consejos de Pedro Crespo a su hijo en la despedida, y la manera de expresar los sentimientos del padre, así como los de Isabel por la marcha del hermano, y de Inés por el primo dejan patente el cariño familiar.
En esta ocasión no se me ocurre música.
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10 comentarios:
Hay música barroca que le vendría muy bien.
El drama nace precisamente de eso: este amor no es puro, no está admitido por las normas sociales y ni siquiera puede ennoblecerse. Es un caso de "mal amor" de los que están llenos los textos de la época, que nos advierten contra sus consecuencias.
Excelente selección.
Don Álvaro es un falso enamorado, aunque los versos de Calderón sean sublimes y parezca que lo está. Después ya vemos lo vil que es.
Sin embargo Pedro Crespo sí es una persona digna en su discurso y en su forma de comportarse, aunque también tiene sus contradicciones y no siempre actúa bien.
Un beso
Buenos días, profesor Ojeda:
Recordemos la misión que llevaba a los soldados a Portugal. Con todas esas aventuras y batallas, los campos quedaban sin las gentes jóvenes.
La salida de los sin tierra era unirse al batallón, o con los marineros. Y los que volvían, empobrecidos o enfermos, contando la añoranza de la vida militar.
Y la respuesta del rey siempre infalible. En fin.
Enlazo música: ‘Y la mi cinta dorada’.
Un abrazo
Buenos días, Luz:
En la obra, Calderón busca ganarse el aplauso del pueblo, unida a su lección de moralina para los soldados, y el respeto hacia la figura real.
Se aplaude la crueldad en la sentencia. No convenía hacer pensar al pueblo.
Dejo música de la época, como aconseja el profesor Ojeda. Quería haber encontrado la de Chispa, seguiré buscando.
Un abrazo.
Tampoco debemos ver el amor en la época tal como lo vemos ahora. Matrimonio y amor estaban frecuentemente desligados, así que por un lado estaba el amor conyugal, el roce hace el cariño, y por otro el amor cortés, al que don Álvaro se apunta ante la belleza de Isabel, y sobre todo por el deseo de conseguir por la fuerza lo que se le oculta.
Téngase en cuenta también la concepción que don Mendo tiene de su posible matrimonio con Isabel, y como el galanteo es solo el estado previo por el que tiene que pasar.
Buenas noches, María del Carmen Ugarte:
Vemos que las comedias comenzaban a ser, desde Lope de Vega, un “espejo de la vida.”
Los padres, solían concertar los casamientos. Y las mujeres, como siempre, llevaban la peor parte.
Nada envidiable, ni para las princesas. Ya vemos, el matrimonio de Felipe II con María Manuela de Portugal, primos por partida doble.
En el caso de las aspiraciones de Don Mendo, parece que Isabel podía estar tranquila, pues don Crespo no compraba títulos ni hidalguías.
Un abrazo
Don Álvaro se engolosina con Isabel y no admite que una mujer, y menos una villana, le diga no. Y se vale de la ayuda de Rebolleda y Chispa para conseguir por la fuerza lo que no le dan libremente. Hacer el amor con una mujer muerta, algo así es la violación, un acto odioso. En la época de Calderón suponía cerrar todas las puertas a la mujer, ya no encontraba marido y su camino era el convento, en el mejor de los casos. Deshonra familiar y social que es la que interesa a Calderón. El marido divino es el único que perdonará la falta. Ni feminista ni revolucionario, Calderón da un mensaje inmovilista en el que sólo avanza un paso: el honor de los villanos, tan necesarios para que cultiven el campo y den de comer a la población. Pero se dirige a la nobleza que es su clase social. Aquello de nobleza obliga.
A ver si das con la música de las jácaras.
un abrazo, Gelu. Un placer compartir conocimiento y sentimiento.
El título de la película ¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo? es absolutamente apto para la ocasión.
Buenas noches, Abejita de la Vega:
Don Álvaro, iba a por la más deseada del lugar, para pasar un rato, olvidar y repetir hazaña en el siguiente pueblo, si encontraba resistencia.
Antes se me ocurría pensar lo terrible que sería para las jóvenes que las llevasen a un convento, pero circulando semejantes bestias, a no ser que entrasen de legas y tuviesen unas compañeras brujas y una superiora tremenda, pues no estaban tan mal.
Enlazo una bonita jácara.
Un abrazo
Buenas noches, Paco Cuesta:
Tienes en parte razón, porque en don Álvaro era unilateral y a lo bruto. Al leer el comentario de Abejita de la Vega he tenido la misma idea que tú, sólo que me ha venido a la cabeza una palabra considerada grosera y fuerte.
Enlazo una alegre jácara.
Un abrazo.
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