16 noviembre 2016

MIGUEL DE UNAMUNO - NIEBLA (3)

Fotografía de internet
(Todo colección)
Editorial Renacimiento. 1914 - primera edición
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NIEBLA (texto)
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Cap. V
[…]¡Eugenia, mi Eugenia...!»
Miró a todas partes por si le miraban, pues se sorprendió abrazando al aire. Y se dijo: «El amor es un éxtasis; nos saca de nosotros mismos.»
[…][Margarita] –Me dijo que si volvía por acá le dijese que estaba comprometida, que tiene novio
[…][Augusto] –No importa, ¡lucharemos!
[…]…«Si viviera mi madre encontraría solución a esto –se dijo Augusto–, que no es, después de todo, más difícil que una ecuación de segundo grado. Y no es, en el fondo, más que una ecuación de segundo grado.»
Escudriñó con los ojos y acabó por descubrir, entre la verdura de un matorral, un pobre cachorrillo de perro que parecía buscar camino en tierra. «¡Pobrecillo! –se dijo–. Lo han dejado recién nacido a que muera; les faltó valor para matarlo.» Y lo recogió.
[…] Y Orfeo fue en adelante el confidente de sus soliloquios, el que recibió los secretos de su amor a Eugenia.
Cap. VI
[…]«Tengo que tomar alguna determinación –se decía Augusto paseándose frente a la casa número 58 de la avenida de la Alameda–; esto no puede seguir así.»
[…]Es que rondaba la casa.
–¿Esta casa?
–Sí, señora. Tienen ustedes una sobrina encantadora.
[…] –Pues bien, mi señor don Augusto, pacto cerrado. Usted me parece un excelente sujeto, bien educado, de buena familia, con una renta más que regular... Nada, nada, desde hoy es usted mi candidato.
–Tanto honor, señora...
[…] Cuando Eugenia volvió a casa, las primeras palabras de su tía al verla fueron:
–¿Sabes Eugenia, quién ha estado aquí? Don Augusto Pérez.
Cap.VII
[…]»¡Qué vida esta, Orfeo, qué vida, sobre todo desde que murió mi madre! Cada hora me llega empujada por las horas que le precedieron; no he conocido el porvenir. Y ahora que empiezo a vislumbrarlo me parece se me va a convertir en pasado. Eugenia es ya casi un recuerdo para mí. Estos días que pasan... este día, este eterno día que pasa... deslizándose en niebla de aburrimiento. Hoy como ayer, mañana como hoy[…]
[…]»Esta es la revelación de la eternidad, Orfeo, de la terrible eternidad. Cuando el hombre se queda a solas y cierra los ojos al porvenir, al ensueño, se le revela el abismo pavoroso de la eternidad. La eternidad no es porvenir.
Cap. VIII
[…] Ni doña Ermelinda, la tía de Eugenia, ni don Fermín, su marido, el anarquista teórico y místico, lograban traerle a la realidad.
[…]Todas las relaciones de este género tienen que empezar por conocerse, ¿no es así?
[…] –No tan clara –arguyó don Fermín–. Los caminos de la Providencia son misteriosos siempre... Y en cuanto a eso de que para casarse sea preciso o siquiera conveniente conocerse antes, discrepo... discrepo... El único conocimiento eficaz es el conocimiento post nuptias. Ya me has oído, esposa mía, lo que en lenguaje bíblico significa conocer. Y, créemelo, no hay más conocimiento sustancial y esencial que ese, el conocimiento penetrante[…]
[…] Oyóse un ligero rumor, como de paloma que arranca en vuelo, un ¡ah! breve y seco, y los ojos de Eugenia, en un rostro todo frescor de vida y sobre un cuerpo que no parecía pesar sobre el suelo, dieron como una nueva y misteriosa luz espiritual a la escena.
[…] Y sólo al oír que doña Ermelinda empezaba a decir a su sobrina: «Aquí tienes a nuestro amigo don Augusto Pérez...» , volvió en sí y se puso en pie procurando sonreír.
[…] Al servirle la comida su fiel Liduvina se le quedó mirando.
–¿Qué miras? –preguntó Augusto.
–Me parece que hay mudanza.
–¿De dónde sacas eso?
–El señorito tiene otra cara.
Cap. IX
[…] Al día siguiente de esto hablaba Eugenia en el reducido cuchitril de una portería con un joven, mientras la portera había salido discretamente a tomar el fresco a la puerta de la casa.
–Es menester que esto se acabe, Mauricio –decía Eugenia–; así no podemos seguir, y menos después de lo que te digo pasó ayer […]Busca trabajo, decídete pronto; si no, trabajaré yo; pero decídete pronto. En otro caso...
–En otro caso, ¿qué?
–¡Nada! ¡Hay que acabar con esto!
Y sin dejarle replicar se salió del cuchitril de la portería. Al cruzar con la portera le dijo:
–Ahí queda su sobrino, señora Marta, y dígale que se resuelva de una vez.
Y salió Eugenia con la cabeza alta a la calle, […]
Cap. X
Como Augusto necesitaba confidencia se dirigió al Casino, a ver a Víctor, su amigote, al día siguiente de aquella su visita a casa de Eugenia y a la misma hora en que esta espoleaba la pachorra amorosa de su novio en la portería.
[…]«Ya tengo un objetivo, una finalidad en esta vida –se decía–, y es conquistar a esta muchacha o que ella me conquiste. Y es lo mismo. En amor lo mismo da vencer que ser vencido. Aunque ¡no... no! Aquí ser vencido es que me deje por el otro […]

[…]«Pero ¡cuánta mujer hermosa hay desde que conocí a Eugenia! –se decía,[…]»
[…]–Pero, hombre, ¿vas despierto o dormido?
–Hola, Víctor.
–Te esperaba en el Casino, pero como no venías...
–Allá iba...
–¿Allá?, ¿y en esa dirección? ¿Estás loco?
–Sí, tienes razón; pero mira, voy a decirte la verdad. Creo que te hablé de Eugenia...
–¿De la pianista? Sí.
–Pues bien; estoy locamente enamorado de ella, como un...
–Sí, como un enamorado. Sigue.
–Loco, chico, loco. Ayer la vi en su casa, con pretexto de visitar a sus tíos; la vi...
–Y te miró, ¿no es eso?, ¿y creíste en Dios?
–No, no es que me miró, es que me envolvió en su mirada; y no es que creí en Dios, sino que me creí un dios.
–Fuerte te entró, chico...
–¡Y eso que la moza estuvo brava! […]
[…]–Pues sí, yo creí que sería todo lo contrario; que cuando uno se enamora de veras es que concentra su amor, antes desparramado entre todas, en una sola, y que todas las demás han de parecerle como si nada fuesen ni valiesen […]
[…]–No; verás, verás si logro explicártelo. Tú estabas enamorado, sin saberlo por supuesto, de la mujer, del abstracto, no de esta ni de aquella; al ver a Eugenia, ese abstracto se concretó y la mujer se hizo una mujer y te enamoraste de ella, y ahora vas de ella, sin dejarla, a casi todas las mujeres, y te enamoras de la colectividad, del género. Has pasado, pues, de lo abstracto a lo concreto y de lo concreto a lo genérico, de la mujer a una mujer y de una mujer a las mujeres.
–¡Vaya una metafísica!
–Y ¿ qué es el amor sino metafísica?
–¡Hombre!
–Sobre todo en ti. Porque todo tu enamoramiento no es sino cerebral, o como suele decirse, de cabeza.
[…] Cuando luego volvió Augusto a su casa tomó en brazos a Orfeo y le dijo: «Vamos a ver, Orfeo mío, ¿en qué se diferencia estar uno enamorado de creer que lo está? ¿Es que estoy yo o no estoy enamorado de Eugenia?, ¿es que cuando la veo no me late el corazón en el pecho y se me enciende la sangre?, ¿es que yo no soy como los demás hombres? ¡Tengo que demostrarles, Orfeo, que soy tanto como ellos!»
Y a la hora de cenar, encarándose con Liduvina le preguntó:
–Di, Liduvina, ¿en qué se conoce que un hombre está de veras enamorado?
–Pero ¡qué cosas se le ocurren a usted, señorito...! […]
Augusto se dijo:  «¿Estaré de veras enamorado?» 
A modo de comentario
En Augusto, personaje de 'Niebla', nos llaman la atención su inocencia y sus dudas. Es un joven que ha vivido pegado a su madre, que lo cuidaba con adoración. El ambiente protector en el que se ha desenvuelto, le ha impedido conocer la realidad del mundo. Al encontrarse sin la tutela y compañía maternas, descubre  su despertar al amor.
https://www.youtube.com/watch?v=nlKA3WKRhs8
 Cantando bajo la lluvia
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8 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Este carácter inmaduro del personaje es una de las claves. ¿Despertará al final?

La seña Carmen dijo...

Y en el amor, es decir en las mujeres, incluida la fiel criada que ahora lo cuida irá buscando ese afecto, ese vacío.

Lo del perrillo entrañable, para qué nos vamos a engañar.

pancho dijo...

Recuerdo alguna exposición sobre Unamuno de hace años, una pena que entonces no pensáramos en hacerle fotos a alguna cosa de las expuestas, sobre todo porque no había móviles ni cámaras como las de ahora, habrá que conformarse con lo público que está en la calle o internet.De otras, de las más recientes, sí tengo alguna guardada, lo malo es dar con ellas. Lo he intentado, pero no hay manera, cambié de ordenador y vete a buscar ahora dónde están.
Estoy de acuerdo con Pedro en que esta novela no tiene nada de aburrida, tiene mucho humor, mezclado con pensamientos profundos, más propios de los ensayos.
¿Siguen existiendo esa clase de hombres tan apegados a la madre?
Un abrazo.

Gelu dijo...


Buenas noches, profesor Ojeda:

Iremos viendo capítulo a capítulo, no sólo el cambio de Augusto, sino el de todos los personajes, y expresadas las reflexiones que les llevan a actuar de la manera que lo hacen.

Un abrazo

Gelu dijo...

Buenas noches, seña Carmen:

Para doña Soledad, viuda de Pérez Rovira, su único hijo era toda su vida. Difícil, por no decir imposible -en su caso-, encontrar un amor tan grande y desinteresado en mujer alguna.
El perrillo Orfeo, y sus cuidados desde cachorrillo, una muestra más de los buenos sentimientos de Augusto.

Un abrazo

Gelu dijo...

Buenas noches, pancho:

Algún día todo lo que hay en los Museos tendrá libre y completo acceso para quien desee saber. Las aportaciones que se podrían lograr serían interesantísimas.
Nos arriesgamos a que todo lo que guardamos en ordenadores, móviles y demás, se pierda, al estropearse los aparatos o al cambiarlos por otros más modernos.
Esta novela me encanta. Y hay ratos de risa inevitable.
Augusto, aunque sólo fuese por mero agradecimiento -y corresponder a tanta entrega-, tenía que estar apegado a su madre. En la sociedad actual, los niños desde la cuna en horarios de guarderías, aprenden a ser independientes.

Un abrazo

Abejita de la Vega dijo...

Inmaduro, niño a las faldas de mamá, Augusto me recuerda a Juanito Santa Cruz el de Galdós, el de Fortunata. La mamá es muy inteligente pero muy posesiva y absorbente, no le deja crecer.
Cantando bajo la lluvia, vamos a chapotear.
Un placer, Gelu, besos.

Ele Bergón dijo...

Augusto huye, en la niebla, de su estancia aburrida y anodina en la vida donde se encuentra y emprende " un viaje" sin saber a dónde ni por qué, se topa de bruces con el amor, o mejor, con el enamoramiento que le hace despertar, pero creo que no consigue, no he terminado de leer el libro aunque me falta poco, coger las riendas de su vida, quizás entre otras cosas, porque su madre se lo impidió?
Besos