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LA VANGUARDIA (21-6-1913) p.8
MEDITACIONES
En busca de Dulcinea II
Mala la hubisteis franceses,
La casa de Roncesvalles;
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Después de la lectura del pasaje en el que Sancho y Don Quijote escuchan al aldeano entonar el romance de Roncesvalles, se me ha ocurrido recordar que José Sánchez Rojas escribió varios artículos sobre la persona y la obra de Ventura Ruiz Aguilera, que escribió un conocido poema sobre esa gesta. Así, en el libro: PAISAJES Y COSAS DE CASTILLA, publicado en 1919, dedica un capítulo completo, PAISAJES LEONESES, pp.132 a 137: "...Poeta civil, ha sacudido la fibra patriótica en los Ecos Nacionales, y la sentimental en los Cantares. Es un poeta popular."
El texto había aparecido, con algunas variaciones, en EL ADELANTO, en fechas 23-6-1914 y 27-6-1914.
Dejo los enlaces PDF, que ofrece Gerardo Nieto en su blog 'Entre el Tormes y Butarque':
https://dl.dropboxusercontent.com/u/5892527/Jose_Sanchez_Rojas/VenturaRuizdeAguileraI.pdf
https://dl.dropboxusercontent.com/u/5892527/Jose_Sanchez_Rojas/VenturaRuizdeAguileraII.pdf
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Y anteriormente publicados en LA VANGUARDIA:
Ventura Ruiz Aguilera (I) ...4, de junio 1914-p.8
Ventura Ruiz Aguilera (II)...19, de junio 1914, p.: 9 y página 10
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MEDITACIONES
En busca de Dulcinea II
Mala la hubisteis franceses,
La casa de Roncesvalles;
es un aldeano el que lo canta; el labrador,
sencillo, discreto, juicioso, se acerca al hidalgo
y á Panza y Don Quijote le pregunta:
«Sabreisme decir, buen amigo, que buena ventura os dé Dios, ¿dónde son los palacios de la sin par princesa Doña Dulcinea del Toboso?» Le llama buen amigo,
le desea buena ventura; mirad qué humilde
es el continente de los caballeros cuando su amor necesita merced de noticias
aldeanas. El mozo es forastero; no sabe,
pero no se ríe; no cree que haya princesas
en el Toboso, pero cada señora honesta es
en su casa una princesa. Pocas palabras
y bien dichas, sin el menor asomo de ironía
en ellas. Don Quijote, que jamás se ha
dejado vencer de la burla de Sancho, parece
quebrar ante la discreción del humilde
labrador. «Pues entre esas (señoras) -dice Don Quijote-debe estar esta, amigo,
por quien te pregunto». «Podrá ser» -agrega el labrador- «y adiós, que viene
ya el alba».
¡Adiós, que viene ya el alba! Maragall.
no se hartaba de paladear tan donosas palabras.
Con harto motivo, ciertamente.
Viene el alba, y marcha al campo el mozo.
Por las noches, vela el amor y el deber
del gañán que de noche se levanta
para preparar sus menesteres. Todos los
que no son enamorados ni labradores, yacen
en nuestra España, sobre el lecho,
largo rato después de salir el sol.
Es la hora del alba, y Sancho está malhumorado
y confuso, que anda en vías de
descubrirse su necedad, cuando engañó á
Don Quijote diciéndole que había visto á
Dulcinea, sin haberla visto, real y verdaderamente.
La preocupación de Sancho es
que Don Quijote salga á más pronto salir
del Toboso. Don Quijote acepta de buen
grado. El socarrón de Sancho topará con
Dulcinea; hablará con ella; le pedirá licencia
para que Don Quijote le ofrezca su
homenaje. Sale del aprieto así, y el buen
caballero agradece á Sancho la feliz ocurrencia
de todo corazón. Pero Dulcinea -diga lo que quiera el señor Unamuno- no existe; es Aldonza Lorenzo la que vive
en el Toboso, marchita y vejestona ya, seguramente.
Aun siendo prudente Sancho
Panza, no sacará de la verdad más arbitrio que de la mentira; tanto monta, al fin
de cuentas, para un enamorado, ésta como
aquélla. Aldonza Lorenzo tendrá ya cerca
de los cincuenta años; será descuidada en
el tocado; la forzada soltería la habrá hecho
malhumorada y murmuradora, al ver
cómo han dado fruto amores ajenos de
tiernas doncellicas. Aldonza Lorenzo, sin
la fantasía de Don Quijote, no vale nada,
como no vale nada igualmente el hombre
sino lo embellece el amor de una mujer;
nos enamoramos de Dulcinea porque es
guapa ó la fingimos guapa para enamorarnos
de ella; el valor del sueño, del
ideal, del amor, la esencia del espíritu de
Don Quijote, estriba sencillamente, no en
una verdad objetiva -que viva vida aparte
de nuestro entendimiento- sino en una
luz interior, deslumbrante y cegadora,
que preste luz á los rincones obscuros y
mal iluminados y que arroje vivo resplandor
sobre los más claros y lucientes. Borra
defectos pero multiplica la intensidad
de las virtudes. Hace, en una palabra,
Dulcineas de Aldonzas. Así España ha
procedido siempre con espíritu quijotil; ha
vivido á gusto en el engaño; llama cerdos
á los yanquees y vive contenta; inventa
texpiros, submarinos, demonios colorados,
de cara á la ciencia, y como Don Quijote,
se retira del Toboso á un bosque cercano,
á la menor advertencia de un marrullero
cualquiera.
Pero no divaguemos; Don Quijote -haciendo
caso de Sancho- ha salido del pueblo;
Sancho piensa en una nueva industria
para engañar al hidalgo y salir del
apuro como mejor pueda, que, en el fondo,
los discretos temen los puños de los
enamorados.
Y Sancho piensa: «Don Quijote no ha
visto á Dulcinea; tampoco yo la he visto.
De suerte que cualquiera mujer puede servir
de Dulcinea». Esto es, Sancho prepara
una trampa, pero dice una cosa razonable,
acaso porque la razón sirve para todo,
lo mismo para las burlas que para las veras.
Una careta es muchas veces una cara
y una cara es muchas veces una careta.
La industria de Sancho lleva las trazas de
salir con todo bien del barranco.-Don
Quijote está loco- piensa Sancho. Y como
está loco Don Quijote, cualquier fingimiento
tendrá aire de cosa verdadera y
auténtica.
Entonces ve el socarrón tres labradoras sobre tres pollinas. Y acude á buscar á
Don Quijote. Una labradora -piensa Sancho- puede
ser muy bien Dulcinea; haré
pasar á las otras dos por doncellas suyas.
Si niega Don Quijote, yo afirmo. Si niega
Don Quijote, le haré creer en que Dulcinea
y sus dos criadas han sido encantadas
por algún encantador, enemigo de la gloria
de mi amo.
Dicho y hecho. El problema de la apariencia
resuelto está y queda satisfecho
Sancho Panza. Don Quijote cree á Sancho,
que el corazón cree siempre lo que
quiere creer. La voluntad modifica siempre,
más de lo que parece, las voliciones
y los discursos.
Don Quijote ve tres labradoras sobre
tres borricas. Afirma Sancho que no; insiste
Don Quijote. Acude Sancho al expediente
de los encantamientos y queda convencido
el infantil hidalgo. Y se arrodilla
ante la labradora que Sancho dice ser la
gentil princesa del Toboso, Dulcinea. Se
arrodilla Don Quijote y acepta la realidad
exterior, echando la culpa á la magia
y hechicería de los encantadores, sus enemigos, Frases vulgares, pullas burlescas dice la labradora al rendido corazón de
Don Quijote.—«Sancho -exclama el caballero- ¿qué
te parece cuán mal quisto soy
de encantadores?... Y mira hasta dónde se
extiende su malicia y la ojeriza que me
tienen, pues me han querido privar del
contento que pudiera darme ver en su ser
á mi señora. En efecto, yo nací para ejemplo
de desdichados...»
Sancho, á su vez. se indigna y alborota
contra los encantadores. Lleva camino
de creer sus propias patrañas el escudero.
Don Quijote se resigna pensando cómo
han de ser los lunares de Dulcinea, por
la buena cuenta que le da Sancho Panza
de ellos. Pero lleva el frío del dolor en el
alma, y no puede disimularlo Don Quijote.
Como no puede disimularlo España, la
patria del caballero. ¿Dónde cae el Toboso?
Más concretamente ¿dónde habita Dulcinea?
Estas dos preguntas no las ha contestado
nuestra historia todavía. ¿Lleva,
lector amigo, camino de contestarlas?
Que si Europa; que si la cultura; que si
las escuelas; que si la despensa -como si
la despensa diera felicidad.- Unos piden
libertad, como si la libertad, por sí misma,
sirviera para algo, como si la libertad fuera
un fin; otros, pelo, mucho pelo, mastines
de presa con bardas de corral, llenas
de pinchos.
Y el Toboso sin parecer, y sin parecer
Dulcinea. En el bulto de la sombra de la
iglesia confunden los Quijotes el palacio
de Dulcinea; es natural; todo palacio de la
amada debe ser templo del espíritu. Pero
otros dicen que el palacio de Dulcinea es
una fábrica; otros un cuartel, otros, mucha
práctica y ninguna teoría; otros la escuela
neutra. ¡Qué se yo! Ni aparece el Toboso
ni aparece Dulcinea.
Vivimos como descentrados; nadie sabe
embutir una finalidad en las cosas. No hay
brújula posible que oriente nuestra política,
nuestra literatura, nuestra hacienda;
damos voces en el desierto y callamos
cuando podemos ganar un corazón á nuestra
causa, que es la causa de don Quijote.
El camino del Toboso ¿dónde está? ¿Dónde
el alcázar de Dulcinea? Acaso en el espíritu,
sólo en el espíritu, y es inútil devanarse
los sesos por los caminos reales y por
los ventorrillos en busca de Dulcinea."
JOSÉ SÁNCHEZ ROJAS--
Para saber más de José Sánchez Rojas:
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A modo de explicación
Después de la lectura del pasaje en el que Sancho y Don Quijote escuchan al aldeano entonar el romance de Roncesvalles, se me ha ocurrido recordar que José Sánchez Rojas escribió varios artículos sobre la persona y la obra de Ventura Ruiz Aguilera, que escribió un conocido poema sobre esa gesta. Así, en el libro: PAISAJES Y COSAS DE CASTILLA, publicado en 1919, dedica un capítulo completo, PAISAJES LEONESES, pp.132 a 137: "...Poeta civil, ha sacudido la fibra patriótica en los Ecos Nacionales, y la sentimental en los Cantares. Es un poeta popular."
El texto había aparecido, con algunas variaciones, en EL ADELANTO, en fechas 23-6-1914 y 27-6-1914.
Dejo los enlaces PDF, que ofrece Gerardo Nieto en su blog 'Entre el Tormes y Butarque':
https://dl.dropboxusercontent.com/u/5892527/Jose_Sanchez_Rojas/VenturaRuizdeAguileraI.pdf
https://dl.dropboxusercontent.com/u/5892527/Jose_Sanchez_Rojas/VenturaRuizdeAguileraII.pdf
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Y anteriormente publicados en LA VANGUARDIA:
Ventura Ruiz Aguilera (I) ...4, de junio 1914-p.8
Ventura Ruiz Aguilera (II)...19, de junio 1914, p.: 9 y página 10
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https://www.youtube.com/watch?v=Nx7Tt22bVJU
..
MIS OTROS BLOGS:
4 comentarios:
¡Ventura Ruiz Aguilera! Si a este autor le he esudiado yo en varios artículos míos. Qué sorpresa.
Buenas noches, profesor Ojeda:
Seguramente nuestro escritor albense, José Sánchez Rojas, tuvo acceso de niño a las obras que publicó en 1865 Ventura Ruiz de Aguilera.
Los artículos que le dedicó en EL ADELANTO, son preciosos.
Dejo el enlace del libro digitalizado -6ª edición 1873- ECOS NACIONALES y CANTARES .
Saludos.
¡Qué sorpresa Gelu!
Esa de Roncesvalles me la recitaba mi padre, creo que mejor que el del vídeo, muy soso. Mi padre imitaba la voz de la abuela cuando correspondía.
Siglos ha que con gran saña por esa negra montaña apareció un emperador, era francés...Qué recuerdos.
Besos, Gelu.
Buenas noches, querida Abejita de la Vega:
Seguro que tu padre recitaba muy bien el poema. Bueno, y Patxi Mendiburu, también hace muy bien las voces. Que no se nos enfade, ¡con lo bien que canta!.
Pues yo recordaba el texto de La Patria.
No sé dónde la leería o si la escuché recitar. Seguramente sería en algún libro de texto.
También me gustó mucho saber de la admiración de Ventura Ruiz Aguilera por la obra de Rosalía de Castro.
Abrazos.
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