20 marzo 2016

JOSÉ SÁNCHEZ ROJAS- EN BUSCA DE DULCINEA II - LA VANGUARDIA


http://hemeroteca.lavanguardia.com/preview/1913/06/21/pagina-8/33339489/pdf.html
 LA VANGUARDIA (21-6-1913) p.8




MEDITACIONES 

En busca de Dulcinea II

Mala la hubisteis franceses, 
La casa de Roncesvalles


es un aldeano el que lo canta; el labrador, sencillo, discreto, juicioso, se acerca al hidalgo y á Panza y Don Quijote le pregunta: «Sabreisme decir, buen amigo, que buena ventura os dé Dios, ¿dónde son los palacios de la sin par princesa Doña Dulcinea del Toboso?» Le llama buen amigo, le desea buena ventura; mirad qué humilde es el continente de los caballeros cuando su amor necesita merced de noticias aldeanas. El mozo es forastero; no sabe, pero no se ríe; no cree que haya princesas en el Toboso, pero cada señora honesta es en su casa una princesa. Pocas palabras y bien dichas, sin el menor asomo de ironía en ellas. Don Quijote, que jamás se ha dejado vencer de la burla de Sancho, parece quebrar ante la discreción del humilde labrador. «Pues entre esas (señoras) -dice Don Quijote-debe estar esta, amigo, por quien te pregunto». «Podrá ser» -agrega el labrador- «y adiós, que viene ya el alba».
¡Adiós, que viene ya el alba! Maragall. no se hartaba de paladear tan donosas palabras. Con harto motivo, ciertamente. Viene el alba, y marcha al campo el mozo. Por las noches, vela el amor y el deber del gañán que de noche se levanta para preparar sus menesteres. Todos los que no son enamorados ni labradores, yacen en nuestra España, sobre el lecho, largo rato después de salir el sol.
Es la hora del alba, y Sancho está malhumorado y confuso, que anda en vías de descubrirse su necedad, cuando engañó á Don Quijote diciéndole que había visto á Dulcinea, sin haberla visto, real y verdaderamente. La preocupación de Sancho es que Don Quijote salga á más pronto salir del Toboso. Don Quijote acepta de buen grado. El socarrón de Sancho topará con Dulcinea; hablará con ella; le pedirá licencia para que Don Quijote le ofrezca su homenaje. Sale del aprieto así, y el buen caballero agradece á Sancho la feliz ocurrencia de todo corazón. Pero Dulcinea -diga lo que quiera el señor Unamuno- no existe; es Aldonza Lorenzo la que vive en el Toboso, marchita y vejestona ya, seguramente. Aun siendo prudente Sancho Panza, no sacará de la verdad más arbitrio que de la mentira; tanto monta, al fin de cuentas, para un enamorado, ésta como aquélla. Aldonza Lorenzo tendrá ya cerca de los cincuenta años; será descuidada en el tocado; la forzada soltería la habrá hecho malhumorada y murmuradora, al ver cómo han dado fruto amores ajenos de tiernas doncellicas. Aldonza Lorenzo, sin la fantasía de Don Quijote, no vale nada, como no vale nada igualmente el hombre sino lo embellece el amor de una mujer; nos enamoramos de Dulcinea porque es guapa ó la fingimos guapa para enamorarnos de ella; el valor del sueño, del ideal, del amor, la esencia del espíritu de Don Quijote, estriba sencillamente, no en una verdad objetiva -que viva vida aparte de nuestro entendimiento- sino en una luz interior, deslumbrante y cegadora, que preste luz á los rincones obscuros y mal iluminados y que arroje vivo resplandor sobre los más claros y lucientes. Borra defectos pero multiplica la intensidad de las virtudes. Hace, en una palabra, Dulcineas de Aldonzas. Así España ha procedido siempre con espíritu quijotil; ha vivido á gusto en el engaño; llama cerdos á los yanquees y vive contenta; inventa texpiros, submarinos, demonios colorados, de cara á la ciencia, y como Don Quijote, se retira del Toboso á un bosque cercano, á la menor advertencia de un marrullero cualquiera.
Pero no divaguemos; Don Quijote -haciendo caso de Sancho- ha salido del pueblo; Sancho piensa en una nueva industria para engañar al hidalgo y salir del apuro como mejor pueda, que, en el fondo, los discretos temen los puños de los enamorados.
Y Sancho piensa: «Don Quijote no ha visto á Dulcinea; tampoco yo la he visto. De suerte que cualquiera mujer puede servir de Dulcinea». Esto es, Sancho prepara una trampa, pero dice una cosa razonable, acaso porque la razón sirve para todo, lo mismo para las burlas que para las veras. Una careta es muchas veces una cara y una cara es muchas veces una careta. La industria de Sancho lleva las trazas de salir con todo bien del barranco.-Don Quijote está loco- piensa Sancho. Y como está loco Don Quijote, cualquier fingimiento tendrá aire de cosa verdadera y auténtica.
Entonces ve el socarrón tres labradoras sobre tres pollinas. Y acude á buscar á Don Quijote. Una labradora -piensa Sancho- puede ser muy bien Dulcinea; haré pasar á las otras dos por doncellas suyas. Si niega Don Quijote, yo afirmo. Si niega Don Quijote, le haré creer en que Dulcinea y sus dos criadas han sido encantadas por algún encantador, enemigo de la gloria de mi amo.
Dicho y hecho. El problema de la apariencia resuelto está y queda satisfecho Sancho Panza. Don Quijote cree á Sancho, que el corazón cree siempre lo que quiere creer. La voluntad modifica siempre, más de lo que parece, las voliciones y los discursos.
Don Quijote ve tres labradoras sobre tres borricas. Afirma Sancho que no; insiste Don Quijote. Acude Sancho al expediente de los encantamientos y queda convencido el infantil hidalgo. Y se arrodilla ante la labradora que Sancho dice ser la gentil princesa del Toboso, Dulcinea. Se arrodilla Don Quijote y acepta la realidad exterior, echando la culpa á la magia y hechicería de los encantadores, sus enemigos, Frases vulgares, pullas burlescas dice la labradora al rendido corazón de Don Quijote.—«Sancho -exclama el caballero- ¿qué te parece cuán mal quisto soy de encantadores?... Y mira hasta dónde se extiende su malicia y la ojeriza que me tienen, pues me han querido privar del contento que pudiera darme ver en su ser á mi señora. En efecto, yo nací para ejemplo de desdichados...»
Sancho, á su vez. se indigna y alborota contra los encantadores. Lleva camino de creer sus propias patrañas el escudero. Don Quijote se resigna pensando cómo han de ser los lunares de Dulcinea, por la buena cuenta que le da Sancho Panza de ellos. Pero lleva el frío del dolor en el alma, y no puede disimularlo Don Quijote.
Como no puede disimularlo España, la patria del caballero. ¿Dónde cae el Toboso? Más concretamente ¿dónde habita Dulcinea? Estas dos preguntas no las ha contestado nuestra historia todavía. ¿Lleva, lector amigo, camino de contestarlas?
Que si Europa; que si la cultura; que si las escuelas; que si la despensa -como si la despensa diera felicidad.- Unos piden libertad, como si la libertad, por sí misma, sirviera para algo, como si la libertad fuera un fin; otros, pelo, mucho pelo, mastines de presa con bardas de corral, llenas de pinchos.
Y el Toboso sin parecer, y sin parecer Dulcinea. En el bulto de la sombra de la iglesia confunden los Quijotes el palacio de Dulcinea; es natural; todo palacio de la amada debe ser templo del espíritu. Pero otros dicen que el palacio de Dulcinea es una fábrica; otros un cuartel, otros, mucha práctica y ninguna teoría; otros la escuela neutra. ¡Qué se yo! Ni aparece el Toboso ni aparece Dulcinea. Vivimos como descentrados; nadie sabe embutir una finalidad en las cosas. No hay brújula posible que oriente nuestra política, nuestra literatura, nuestra hacienda; damos voces en el desierto y callamos cuando podemos ganar un corazón á nuestra causa, que es la causa de don Quijote. El camino del Toboso ¿dónde está? ¿Dónde el alcázar de Dulcinea? Acaso en el espíritu, sólo en el espíritu, y es inútil devanarse los sesos por los caminos reales y por los ventorrillos en busca de Dulcinea."
 JOSÉ SÁNCHEZ ROJAS
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Para saber más de José Sánchez Rojas:

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A modo de explicación

Después de la lectura del pasaje en el que Sancho y Don Quijote escuchan al aldeano entonar el romance de Roncesvalles,  se me ha ocurrido recordar que José Sánchez Rojas escribió varios artículos sobre la persona y la obra de Ventura Ruiz Aguilera, que escribió un conocido poema sobre esa gesta. Así, en el libro: PAISAJES Y COSAS DE CASTILLA, publicado en 1919, dedica un capítulo completo, PAISAJES LEONESES, pp.132 a 137: "...Poeta civil, ha sacudido la fibra patriótica en los Ecos Nacionales, y la sentimental en los Cantares. Es un poeta popular."

El texto había aparecido, con algunas variaciones, en EL ADELANTO, en fechas 23-6-1914 y 27-6-1914.
Dejo los enlaces PDF, que ofrece Gerardo Nieto en su blog 'Entre el Tormes y Butarque':
https://dl.dropboxusercontent.com/u/5892527/Jose_Sanchez_Rojas/VenturaRuizdeAguileraI.pdf
https://dl.dropboxusercontent.com/u/5892527/Jose_Sanchez_Rojas/VenturaRuizdeAguileraII.pdf

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Y anteriormente publicados en LA VANGUARDIA:
Ventura Ruiz Aguilera (I) ...4, de junio 1914-p.8
Ventura Ruiz Aguilera (II)...19, de junio 1914, p.: 9 y página 10

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https://www.youtube.com/watch?v=Nx7Tt22bVJU
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MIS OTROS BLOGS:

4 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

¡Ventura Ruiz Aguilera! Si a este autor le he esudiado yo en varios artículos míos. Qué sorpresa.

PENELOPE-GELU dijo...

Buenas noches, profesor Ojeda:

Seguramente nuestro escritor albense, José Sánchez Rojas, tuvo acceso de niño a las obras que publicó en 1865 Ventura Ruiz de Aguilera.
Los artículos que le dedicó en EL ADELANTO, son preciosos.
Dejo el enlace del libro digitalizado -6ª edición 1873- ECOS NACIONALES y CANTARES .

Saludos.

Abejita de la Vega dijo...

¡Qué sorpresa Gelu!

Esa de Roncesvalles me la recitaba mi padre, creo que mejor que el del vídeo, muy soso. Mi padre imitaba la voz de la abuela cuando correspondía.
Siglos ha que con gran saña por esa negra montaña apareció un emperador, era francés...Qué recuerdos.

Besos, Gelu.

PENELOPE-GELU dijo...

Buenas noches, querida Abejita de la Vega:

Seguro que tu padre recitaba muy bien el poema. Bueno, y Patxi Mendiburu, también hace muy bien las voces. Que no se nos enfade, ¡con lo bien que canta!.
Pues yo recordaba el texto de La Patria.
No sé dónde la leería o si la escuché recitar. Seguramente sería en algún libro de texto.
También me gustó mucho saber de la admiración de Ventura Ruiz Aguilera por la obra de Rosalía de Castro.

Abrazos.