BOLETÍN
DE LA
COMISIÓN PROVINCIAL DE MONUMENTOS
HISTÓRICOS Y ARTÍSTICOS
DE BURGOS
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PUBLICACIÓN TRIMESTRAL
AÑO XII - Número 42
1.er TRIMESTRE DE
1933
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El día 12 de diciembre de 1902 nació Antonio José Martínez Palacios.
Hoy, 114 años después, se me ha ocurrido preparar esta entrada, como homenaje y recuerdo.(He transcrito el contenido del trabajo de Antonio José, su título "Coplas Sefardíes". Ocupaba las páginas 413 a 418. Apareció publicado en el Boletín de la Comisión Provincial de Monumentos Históricos y Artísticos de Burgos, en el Número 42. Primer trimestre de 1933.)
“Coplas
sefardíes, o canciones judeo-españolas. Así se titula un cuaderno de música
para canto y piano que el autor, Alberto Hemsi, me manda desde Alejandría por
mediación de mi admirado amigo José Subirá. Un cuaderno de música pleno de
eufóricas sugerencias. Un rico estuche donde se guardan las canciones que mayor
sorpresa pueden producir a un enamorado del canto popular. Un magnífico venero
de posibilidades folklóricas de insospechado valor. En la portada, como una
invitación a nuestra curiosidad expectante y ávida, está la noticia de dos
países y dos fechas que, con relación al contenido del cuaderno, es todo un
poema de nostalgia y de ternura; aunque para nosotros represente un suave
reproche por diversas razones…
El autor escribe
luego en una breve nota que “estas melodías populares, conocidas con el nombre
genérico de coplas o romansas han
sido recogidas en Rodas, capital del Dodecanaso italiano, entre la población
judía denominada sefardí por su
origen español, y presenta un evidente interés histórico.
Antes, el erudito
musicólogo José Subirá, estudia en un jugoso y extenso prefacio “el
orientalismo hispanista del compositor A. Hemsi” En ese escrito se demuestra que
la música popular española “fue enriquecida por la sucesiva concatenación de
diversos dominadores y de
civilizaciones disímiles y cómo esa misma música después emprendió viajes de
exportación en todas direcciones”. Los moriscos y los judíos sacaron estas
canciones de España “cuando una política regia, deseosa de afianzar la unidad
nacional en lo religioso y en lo étnico, tras la conquista de Granada y el
descubrimiento de América, les impuso el abandono de una tierra donde ellos y
sus antepasados habían vivido como en su propia patria”.
Los judíos expulsados en 1492 de España se expandieron por el mundo llevando en el bagaje
de sus recuerdos la canción popular aprendida en nuestro suelo, y nuestra canción
vernácula expresó fuera de España el íntimo sentir de los judíos desterrados.
Tras cinco siglos de exilio los judíos españoles han conservado puro el tesoro
musical que sacaron de España, sin quererse desprender de esa bella reliquia,
que no otra cosa representa para ellos tan hermoso patrimonio espiritual.
El caballero
Alberto Hemsi, compositor y director de la “Edition Orientale de Musique” de
Alejandría (Egipto), nos asegura en su nota que los judíos del Próximo Oriente,
en general, y los de Rodas en particular, han conservado con fidelidad
asombrosa no solamente el idioma de la antigua Castilla, sus usos y costumbres,
sino también numerosos poemas populares que actualmente forman parte de su vida
cotidiana.
El mismo autor
pondera la dificultad que ha encontrado para fijar con precisión las líneas y
las formas de un texto literario trasmitido oralmente desde hace cinco siglos. Ha
observado ahincadamente las manifestaciones privadas y públicas de la vida de
los sefardíes de Rodas celebradas en diversas épocas del año en los barrios
medievales que antiguamente fueron habitados por los Caballeros de la Orden de San Juan de Jerusalén, de cuyas costumbres parece desprenderse el efluvio de
una arcaica poesía. Y antes de publicar este primer cuaderno de coplas sefardíes ha tenido que comparar con
paciente escrupulosidad las diversas versiones literarias y musicales de un
mismo poema solicitando el concurso de gran número de personas de todas las
edades y de la más variada condición social, hasta lograr la forma que parecía
acomodarse más justamente a la lógica y a la tradición probable. Para la
apreciación de esta labor penosa hay que añadir que algunos poemas fueron
transcritos en caracteres hebreos denominados rachi, los cuales forman una escritura usada entre los judíos de
Oriente y a esta transposición gráfica atribuye el autor determinadas anomalías
fonéticas que con precisión notable señala en el breve introito de su obra
admirable, obra que para nosotros los españoles debe ser ejemplo folklórico,
por su belleza, por su interés, por el minucioso esmero de su exposición y por
el discreto modernismo de su tratamiento armónico. Labor delicada de orfebre
que prueba como pocas la sapiencia de un maestro. (En España sólo sé de un compositor que haya
sabido trabajar de un modo tan nuevo
y tan limpio la canción popular: El P. José Antonio Donostia en sus Trois chants basques).
Porque es casi general entre
nuestros compositores el usufructo de una tonada popular, apuntada con más o menos precisión por cualquier
folklorista dilettante, a la cual empaquetan anacrónicamente entre acordes
etiquetados de tónica y dominante, sin estudiar antes la intención de su forma,
de su ritmo, de su melodía, de su tonalidad... El resultado es esa baraúnda
de cancioneros, de danzas y de coros pseudopopulares que nos dan por buenos los
más ineptos músicos de hoy, completamente horros de técnica y hasta de sensibilidad
lírica. Que si la canción popular requiere fino instinto para su degustación,
también necesita por parte de quien ha de trabajarla especialísimas cualidades.
Y de un modo singular la canción popular española por los distintos componentes
que nutrieron la raíz de su lejano abolengo en el constante devenir de tantas
civilizaciones como pasaron por España y que fueron dejando aquí un sedimento
lírico originalmente abigarrado, que más tarde había de formar la riquísima
solera de nuestra canción campesina.
Nosotros, por descuido, por desaliño,
hemos ido quitando las curvas amplias y las pequeñas aristas de la melodía
popular, y así la hemos ido dejando monótona y fría, hasta encontrarla hoy
insípida en la gran mayoría de los casos, y así la vemos ahora sin aquella
pátina arcáica que era su mayor encanto. Si las raíces del canto popular
tomaron su profundo jugo, como se cree, de las antiguas melopeas religiosas del
canto gregoriano litúrgico, es cosa que parece bastante problemática al
observar la rigidez—hablo siempre en general—de estas canciones populares que
hoy vemos y oímos en libros y obras corrientes. El verso está descuidado; su
aplicación a la tonada parece postiza y a veces atroz, en una amalgama burda;
versos que no tienen sentido o que está manifestado groseramente, tal como si
fuese la improvisación de un coplero zafio. El ritmo lo vemos encasillado,
oprimido por la sequedad métrica de un compás a dos o tres partes, sin otro
matiz en la expresión. Hasta la vulgar influencia ambiente ha destruido la
ingenuidad y la gracia del canto popular, adaptándolo poco a poco, con mil
torceduras cada vez más acusadas, al plebeyo gusto epidémico de las musiquillas
callejeras de nuestros depauperados componedores de zarzuela, revista y cuplé.
Advierto de nuevo que la visión de nuestro vastísimo campo folklórico no es tan
pesimista en su totalidad, y si mucho malo hemos recogido, también hemos
encontrado motivos de tan subido valor que por sí sólos demuestran la
inagotable riqueza lírico-popular española.
Pero es que en
estas coplas sefardíes que comento
veo a Hemsi trabajando con un criterio, una precisión y un talento casi únicos
por poco corrientes. Tanto el poema como el motivo popular están tratados,
repito, con verdadero mimo. Y la parte pianística que acompaña estas canciones
es suelta de escritura, libre, de gracioso desenfado. En ella fluye el ritmo
espontáneamente, con independiente holgura. Quizás, aquilatando con un poco de
rigor, esa libertad risueña de la parte pianística desdibuje algo la sencillez
de la línea melódica; pero es un momento: el buen sentido del autor clarifica y
ordena todo al punto.
Para terminar, nada
mejor que unos ejemplos demostrativos. Obsérvese en ellos la serenidad y la
gracia de su intención, tan simple, tan bella, tan pura como el retozo o la
melancolía popular.
'Ansí dize la
nuestra novia'..." [...]
(Enlazo unos videos que unos usuarios han dejado en YouTube):
versión de 'Ansí dize la nuestra novia'
'Durme, durme
hermosa doncella'…
"Detalle
interesantísimo en la tonalidad de estas coplas
sefardíes es la constante oscilación
en sus cadencias entre el tono mayor y el menor, con una sensación imprecisa de
ingenuidad suave y un encanto indefinible; es detalle muy característico en la
música hebrea y en la oriental generalmente.
Y ahora a esperar
nuevos cuadernos de música sefardí recogida y trabajada por el caballero
Alberto Hemsi, a quien fervorosamente aplaudo y admiro." ANTONIO JOSÉ
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Enlace en PDF: http://riubu.ubu.es/bitstream/10259.4/451/1/1133-9276_n042_p413-418.pdf
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Tres canciones: 1.- No paséch por la mi sala 2.- Durme, durme, hermosa Dorzella 3.-Ansi dize la nuestra novia
NOTA
Este artículo -completo o parcialmente- con algunas variaciones después de que Hemsi desde Alejandría -en octubre 1935-, (*) enviara a Antonio José su 4ª serie de Coplas sefardíes, publicado
también en:
BURGOS GRÁFICO. Nº 3 (Noviembre de 1935).
BURGOS GRÁFICO. Nº 3 (Noviembre de 1935).
MÚSICA -Coplas sefardíes
por ANTONIO JOSÉ
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Aparece citado en DOY FE, de Antonio RUIZ Vilaplana, publicado en 1938, en el capítulo X - (pp.103 a 113), titulado: 'La ejecución de Antonio José, el músico poeta'.
página 112 [...]"Era un artículo firmado por Antonio José, sobre la música sefardí, y en él el articulista relacionaba tal música, por su raíz popular con la música folklórica castellana."
..
En pp.79-80-81 (Coplas sefardíes) en el libro
ANTONIO JOSÉ MÚSICO DE CASTILLA,
biografía que en el año 1980 publicó la Unión Musical Española, patrocinada por el Excmo. Ayuntamiento de Burgos y la Dirección General de Música. Autores: Jesús Barriuso Gutiérrez, Fernando García Romero y Miguel Ángel Palacios Garoz. Prólogo de don José Subirá.
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En pp.354 a 357 -libro EN TINTA ROJA, cartas y otros escritos de Antonio José (publicado año 2002)
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Para saber más:
(*) En carta de 29 octubre 1935, de Antonio José a don José Subirá (pág.201) libro EN TINTA ROJA, cartas y otros escritos de Antonio José (publicado año 2002)
7 comentarios:
Hermosas canciones de melancolía las que inspiraron a Antonio José. Un gran legado el sefradita.
Un hallazgo , este, tu blog!!
Saludos
Los cantos espirituales judeo-españoles, tienen su exponente en la España musulmana, que va de los siglos X al XII, los textos de los poetas se cantaban con melodías hebreas, árabes o cristianas en las sinagogas y estaban llenos de improvisaciones vocales.
Buenas noches, Abejita de la Vega:
Antonio José, mantenía correspondencia con Alberto Hemsi, que le tenía al corriente de sus trabajos. Ambos admiraban las composiciones que iban apareciendo.
Dejo otra versión de ♪ ♫ ♪ ♩♪ ♫ …"Dize la nuestra novia"♪ ♫ ♪ ♩♪ ♫
Abrazos.
Buenas noches, P MPilaR:
¡Gracias!
Llama la atención la poesía, en las denominaciones de cabellos, cabeza, ojos, cejas, nariz, boca…
Enlazo otra versión de esta canción, ♪ ♫ ♪ ♩♪ ♫ ‘Dize la nuestra novia’ … ♪ ♫ ♪ ♩♪ ♫ como se escuchaba en una película reciente.
Saludos
Buenas noches, Paco Cuesta:
Copio, del último párrafo del artículo de Antonio José, publicado en el N.º 3, de ‘Burgos gráfico’, noviembre 1935:
”En estas romansas de Hemsi, de exuberante armonía y magnífica riqueza rítmica, la melodía discurre libre y feliz, a plena luz, como el agua de lluvia entre hierbas y flores”
Enlazo canción: ♪ ♫ ♪ ♩♪ ♫ “Al ruido de una fuente”… ♪ ♫ ♪ ♩♪ ♫
Abrazos.
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