pág. 71: Antonio José Músico de Castilla (1980) de Jesús Barriuso Gutiérrez- Fernando García Romero y Miguel A. Palacios Garoz,
[...]"Había también un muchacho, casi un niño, el cual, ciertamente asustado, casualidad o decisión propia, vino a colocarse al lado de Antonio José. Era uno de los aprendices del taller donde un día se confeccionara «Burgos Gráfico». Fueron esposados juntos."
pág.84 En tinta roja, Cartas y otros escritos de Antonio José. (2002) de Miguel A. Palacios Garoz:
[...]En la misma saca que Antonio José iba también su amigo Antonio Pardo Casas, director de la revista Burgos Gráfico, en la que aquél colaboraba, y afiliado a Izquierda Republicana. Parece ser que les esposaron juntos a los dos." (*)En una subnota de la pág. 83: Relación de los 24 asesinados en la saca del 8 de octubre de 1936. El número 12 es Antonio José (Martínez) y el número 8 Antonio Pardo Casas, con quien fue esposado
--
"VERSITOS DE PIEDRA
Agujitas vestidas de novia
madrigales de luz portentosos
piedra altiva foscada del aire cachitos de gloria brazos virginales tendidos ansiosos hacia el gris terciopelo que cierra la puerta del cielo Una noche morena cualquiera del encaje de piedra y platino de las
agujitas se hará una mantilla para su peineta cuajada de estrellas y se irá muy devota y contenta montada en la luna lejos de la tierra Una noche morena cualquiera
¡Ay, las coincidencias! Un homónimo de nuestro músico burgalés, Antonio José Martínez Palacios, llamado: Antonio Martínez Hernández, S.J. había publicado, en 1930, Isart Durán Editores, S.A. Barcelona:
'Antología Musical de Cantos populares españoles y un suplemento de cantos populares portugueses '
Antonio José, conocía este libro, ¿le llamaría la atención esa repetición del nombre y apellido?
El prologuista de esta ANTOLOGÍA de 242 canciones escribía:
[...] "la cual recoge muestras de todas las regiones hispanas con plausible criterio selectivo"
Continuará
-pág. 56:
( "Ya se van los pastores" uno entre los 23 cantos de Asturias seleccionados):
Me hubiera gustado encontrar en YouTube, la canción Ya se van los pastores, interpretada por el Orfeón Burgalés. Como no ha sido así, y me ha parecido muy bonita esta versión, enlazo el video:
https://www.youtube.com/watch?v=fV2DwQL0U78
Ya se van los pastores - Orquesta y Coro de RTVE
(Arr: Juan J. Colomer)
---
NOTA:Quería haber subido -para ilustrar la entrada-
una de las fotografías que me pasó MªÁngeles Merino, con el piano y el retrato de Antonio José,que hizo el 9 de junio, día de entrada libre de visita al Archivo, pero hoy no hay manera con Blogger. Otro día será.
EN DONO FE-Antonio Ruiz Vilaplana -Secretari Judicial de Burgos- (Un any d'actuació en l'Espanya nacionalista) (Traduït al català per Joaquim Vilà Bisa)-(Tercera edició)- Comissariat de Propaganda de la Generalitat de Catalunya- Barcelona 1937
--
Seixanta anys d'anar pel món (Eugenio Xammar) (Eugeni Xammar)
(Converses ambJosep Badia i Moret
---
DOY FE
(Edición 1937)
CAPÍTULO XX La invasión extranjera
p.247[Antonio Ruiz Vilaplana] [...]«A los pocos días actuamos en un suceso lamentable; una niña de cinco años había sido atropellada frente al Hospital Provincial por un automóvil militar italiano.
Nos trasladamos al hospital, donde la pobre niña se moría; el padre, un modesto albañil, se deshacía en quejas a su lado .
-¡Pobre hija mía! ¡Pobre hija mía!
El cuadro era impresionante. Yo que llevaba más de un año sin ver a mi hija, separada de mí por la guerra, y que es de una edad aproximada a la que veía allí agonizante, abandoné el local emocionado.»[...]
EPÍLOGO-
pág. 253[...] «El 30 de junio de 1937 pasaba la frontera francesa; no perseguido ni disfrazado (lamento que mi anecdotario se vea privado de este heroico y espectacular final), pues yo pasé la frontera con salvoconducto en regla, saludado militarmente por la guardia civil del puente internacional, en automóvil propio y en posesión de todos mis títulos y derechos.
En 27 de noviembre de 1935 había llegado a Burgos, como secretario judicial; en 30 de junio de 1937, sin una interrupción en mi destino durante aquella etapa (mitad de República, mitad nacionalista), me marché de la zona y llegué a Francia, siendo todavía presidente decano del Ilustre Colegio de Secretarios Judiciales y secretario del Juzgado y Tribunal Industrial de Burgos, cargos que todavía, al redactar estas líneas conservo, pues públicamente no se ha decretado aún mi cese ni nombrado substituto por las autoridades nacionalistas.
Quizá esperen mi regreso, no comprendiendo que alguien pueda sacrificar su porvenir en aras de su sentir; tal vez la publicación de estas páginas desate contra mí una campaña violenta, en el estilo peculiar de aquella zona.
Nada me importa. Allí quedan mi cargo, productivo y envidiable, mi conveniencia personal, mis sueños de la carrera; aquí me espera el porvenir incierto, la preocupación económica diaria..., pero quiero volver a España, a mi verdadera España, de la que me separé contra mi voluntad, no ahora en mi paso a Francia, sino el 18 de julio de 1936, al instaurarse un movimiento delictivo...
Y quiero entrar en la verdadera España, en la España republicana, con toda mi verdad por delante, sea cual sea el resultado, presentándome ante ella y diciéndola de corazón: «aquí estoy; vengo de la otra zona; no he sido allí actuante, no he pertenecido a milicia ni partido político alguno; allí me sorprendió el movimiento militar y he continuado en mi cargo judicial, estrictamente en mi cargo, bajo el régimen aquel de fuerza, hasta que un día, convencido de lo que es aquello, lo dejé todo, mi cargo y mis ventajas, para servir a la España leal, en el puesto que se me designe. No he salido de allí perseguido ni hostilizado; he salido convencido, que es como se hallan todos los que allí se engañan y son engañados...»
Si España me acepta, con ella quiero vivir sus triunfos y sus tristezas. Y, si contra todos los dictados de la razón y de la
justicia, la España republicana fuera vencida en la lucha, en mi destierro
guardaré la ilusión de que, cuando mis hijos, hoy chiquillos, lean estas
páginas digan:
«Nuestro padre, cuando la suerte era incierta para la España
leal; cuando a raíz de la conquista de Bilbao, los nacionalistas se hallaban
inflamados de fe en su triunfo, y corrían por toda aquella zona vientos de
optimismo ciego, dejó allí su porvenir y su carrera para venir al campo
republicano sangrante y doliente. Comenzó una nueva vida, se acabó en nuestra
casa la comodidad y el lujo; conocimos las dificultades y las privaciones, pero…
¡qué bien hizo nuestro padre!».
-- A modo de comentario
Cuando se emprende la lectura de un libro, en el cual encontramos datos que nos van a hacer dedicar horas a sus páginas, descubrimos detalles -en su estudio- que moverán nuestra curiosidad y nos llevarán a otras personas interesantes y a sus obras.
Como me encuentro entre los apasionados por todo lo que tiene alguna relación con ANTONIO JOSÉ (Antonio José Martínez Palacios), siguiendo los pasos del secretario judicial Antonio Ruiz Vilaplana, llegué a EugeniXammar Puigventós.
Del libro, Seixanta anys d'anar pel món. Memòries d'Eugeni Xammar. (Editorial Pòrtic 1974 y 1975 y Quaderns Crema 1991, reedición de 2007), (tengo tecleadas en mi archivo -y traducidas- buena parte de las 582 páginas), considero ya debería haber edición bilingüe, catalán-castellano, por su magnífico contenido, y su aporte interesantísimo en cada uno de sus seis capítulos.
Por lo que se refiere a Antonio Ruiz Vilaplana, hemos analizado -con lupa- el capítulo IV, de estas Memòries d'Eugeni Xammar, y de todo lo relacionado con la Embajada española en París, y la génesis del DOY FE.
Continuará
De YouTube:
https://www.youtube.com/watch?v=W1wG3sdhIQw
Romancillo infantil (Antonio José)
Deion Cho (concertista surcoreano de guitarra)
--
2) 'Burgos, Marruecos y otras cuestiones de fe Un viaje en el recuerdo' -Carlos Olivares Ramírez
-
Carlos Olivares Ramírez, nos cuenta en su libro 'Burgos, Marruecos y otras cuestiones de fe Un viaje en el recuerdo', que la idea de reeditar el libro Doy fe, le nació en el año2010, después de que Joaquín -uno de los compañeros en esa expedición- le hiciese la siguiente pregunta:
p.23..."Oye, Carlos, tú que
andas entre libros, ¿Conoces uno que se titula Doy Fe? Es que me
han hablado de él y tengo ganas de leerlo
Le contesté que era un libro muy
viejo y que estaba agotado, pero que si tenía mucho interés intentaría conseguirle
uno.
[Carlos Olivares Ramírez]..."añade a la edición anterior: el Prólogo de Arturo y la Nota del Editor" PRÓLOGO
p.9. «Hace doce años, un amigo funcionario de prisiones me invitó a tomar café y puso encima de la mesa un paquete de viejas fichas de cartulina de los años cuarenta.
-Échale un vistazo a esto- dijo.
Lo eché. Mi amigo había estado clasificando antiguos archivos carcelarios de los años siguientes a la Guerra Civil, de prisiones que ya no existían ; y a la hora de mirar los legajos procedentes de los años cuarenta, había encontrado algo curioso. Fui pasando las fichas, una tras otra. Siempre un nombre, profesión y demás datos, y acto seguido: Muerto en intento de fuga.
Seguí mirando fichas, y todas terminaban con la misma coletilla: Muerto en intento de fuga. Había treinta o cuarenta, y todas terminaban igual. Lo extraño es que la fecha siempre era la misma, que lamento no recordar con exactitud. Un día de otoño, me parece, del año 42. Mi amigo me observaba muy serio:
- Ese día quiso escapar demasiada gente, ¿no?
p.10 Miré las profesiones. Casi todos eran campesinos, obreros, gente muy humilde, con largas condenas o cadenas perpetuas por su actuación en la guerra civil. Había tres fichas con el mismo apellido, hermanos, supongo, de profesión jornaleros. A otro lo recuerdo bien porque me llamó la atención el oficio que figuraba en la ficha: aprendiz alpargatero. Justo ese tipo de infelices que nunca tiene quien le eche una mano, ni hable con el jefe local de Falange o el coronel amigo de la familia, o cosas así. Anónimos don nadie sin pena ni gloria. Algunos eran muy jóvenes, y tampoco faltaba gente mayor, labradores y peones con cincuenta o más años. En algunos de los motivos de prisión figuraba haber sido militantes socialistas, comunistas o anarquistas, aunque la mayor parte de las veces sólo se registraba su participación en tal o cual hecho. Ninguno de los cargos era extraordinario, ni vi delitos de sangre. Supongo que esa clase de presos ya estaban fusilados a tales alturas del año triunfal.
De aquellos infortunados y de los actos que les costaron la vida, recuerdo especialmente a uno: participó en la quema de una imagen sagrada. En el apartado profesión no figuraba nada, su origen era extremeño y andaba por los cuarenta años. La ficha llevaba grapado un papel que habían hecho firmar a su viuda cuando fue a visitarlo y le dijeron que su marido estaba muerto.
El café me supo amargo, como le sabe a uno el café cuando hurga en los rincones más sombríos de esta España desgraciada, donde durante siglos tanta pobre gente se estuvo fugando de cuarenta en cuarenta. Miraba nombres e imaginaba rostros quemados por el sol y arrugados de miseria, sin afeitar, con el miedo y la resignación que a un hombre, acostumbrado a sufrir desde que nace, se le pone en los ojos cuando mira el cañón negro de un fusil. Después, mi amigo reordenó el mazo de fichas y se lo metió en el bolsillo.
p.11-¿Qué vas a hacer con eso? -pregunté.
-Nada -se encogía de hombros-. Devolverlo a su sitio, supongo. Intentar olvidarlo.
- Pero alguien firmó esas órdenes -protestó mi antiguo instinto de reportero-. Detrás de cada una de esas fichas hay una mesa de despacho, un escritorio, un asesino. Igual anda todavía por ahí, viejecito honorable, flaco de memoria.
Mi amigo se echó a reír y dijo algo que nunca he olvidado:
-No seas idiota. Los asesinos somos tú y yo. Es este país. Somos todos nosotros.
Después cogió sus fichas y se fue, y me dejó sabiendo cosas que habría preferido no saber. Cada uno tiene sus propios agujeros negros, sus personales fantasmas que vienen de noche a tirarle de los pies; y a partir de cierto momento, ninguna falta hace aumentar el peso de la mochila. En cuanto a mi amigo el funcionario de prisiones, nos hemos visto muchas veces después de aquello, y no volvimos a mencionar el asunto. Pero por su culpa, en esas noches que te tienen mucho tiempo despierto en la oscuridad, estuve viendo a veces, durante semanas, el rostro de un aprendiz de alpargatero, o el de un pobre hombre sin oficio que quemó una imagen sagrada cuando la República, o el de una viuda obligada a firmar el expediente de su marido muerto, o las sombras de treinta o cuarenta infelices a los que alguien, hace ahora cincuenta y cinco años, decidió aplicar silenciosamente la ley de fugas.
p.12 Todo eso ha vuelto a ocurrirme en fecha reciente. Y maldita la gracia que me hace. Otro amigo, Carlos Olivares, me ha pedido que prologue un libro que se propone reeditar: Doy fe, de Antonio Ruiz Vilaplana, que fue secretario de juzgado en Burgos durante el primer año de nuestra Guerra Civil. Como digo, Carlos es muy buen y viejo amigo mío, y nada puedo negarle. Pero habría preferido que el encargo se lo hiciera a otro.
Decía Manuel Chaves Nogales -exiliado republicano, aunque nada sospechoso de parcial ni extremista- que a partir de 1936 la estupidez y la crueldad se enseñorearon de España. Que el caldo de cultivo de nuestra sangrienta guerra civil fue un virus germinado en los laboratorios de Moscú, Roma y Berlín con las etiquetas de comunismo, fascismo y nacionalsocialismo. Y que el inadvertido hombre celtíbero, inculto, rencoroso y a menudo hambriento, se contagió con rapidez. Y así, después de tres siglos de barbecho, de ignorancia, de injusticia y de miseria, la tierra sedienta de esa infeliz España hizo pavorosamente prolífica la semilla de nuestra estupidez y nuestra crueldad ancestrales.
"Es vano el intento de señalar -escribió Chaves Nogales en Francia, en 1937- los focos de contagio de la vieja fiebre cainita en este o aquel sector social, en esta o aquella zona de la vida española. Ni blancos ni rojos tienen nada que reprocharse. Idiotas y asesinos se han producido y actuado con idéntica profusión e intensidad en los dos bandos en que se partiera España".
p.13 Es muy útil tener presente esas palabras, a modo de epígrafe introductorio, a la hora de enfrentarse al texto estremecedor que, por las mismas fechas, y también en el exilio, escribió en Francia Antonio Ruiz Vilaplana, secretario judicial en Burgos, capital de las tropas sublevadas contra la República. Incapaz de soportar por más tiempo las atrocidades de la represión, Ruiz Vilaplana había huido de la España nacional, y al otro lado de los Pirineos decidió dar fe por escrito de aquello en lo que, por su cargo oficial en los juzgados burgaleses, había sido testigo e involuntario cómplice. Lo hizo en un estilo al que sin duda no era ajena su profesión: conciso, riguroso y sin otros adjetivos que los imprescindibles. El resultado es un libro demoledor, pese a su brevedad, que estremece a cualquier lector de buena fe que se sitúe ante sus páginas.
Los dos bandos cometieron atrocidades. Idénticas, a menudo. La misma gentuza, según donde el azar la situaba, dio rienda suelta a su negra alma lo mismo bajo el mono de miliciano que bajo la camisa azul de falangista. A veces, la guerra y la sucesión de los acontecimientos, la condición humana misma, convierte algunas de esas atrocidades en inevitables. Incluso, a juicio de algunos, en naturales. El ser humano es como es, y los crujidos de la historia tienen su propia dinámica. Pero lo que cuenta Antonio Ruiz Vilaplana, secretario judicial de Burgos, no tiene justificación histórica ni social ninguna. Está en el extremo de la crueldad y la saña gratuitas sin otro móvil que el odio y la barbarie. Y también la cobardía de quienes, como el propio autor reconoce de sí mismo, no tuvieron el valor inmediato de oponerse a la sinrazón de los verdugos, por no acabar, también, en las mismas fosas comunes. Sabemos que eso ocurrió en los dos lados; pero libros hay que cuentan otros aspectos de las cosas, las diferencias reales o supuestas, el enfoque objetivo o maniqueo a la hora de enjuiciar los actos de unos y otros asesinos. Que el lector acuda a esas fuentes, si gusta. Así comparándolas a la luz del sentido común, podrá sacar sus propias conclusiones sobre aquellos tres años en la zona controlada por cada bando, y sobre las prolongadas consecuencias de aquella tragedia española durante la dictadura del vencedor.
Este libro cuenta una parte mínima, pero significativa, de esa tragedia; y basta leer unas pocas líneas para convencerse de la honradez de su autor y de la fidelidad extrema de cuanto narra. Aunque abunda en interesantes retratos de personajes históricos y en consideraciones generales utilísimas para comprender importantes aspectos del conflicto -el general Mola, Franco, la Falange, el Requeté, el siniestro papel de la Iglesia alineada con los verdugos en la zona nacional-, en su mayor parte se circunscribe a la provincia de Burgos, capital de la España rebelde que pronto sería franquista. El puntilloso secretario de juzgado desgrana, queriendo aliviar su conciencia, los crímenes que la sociedad burgalesa, católica, bienpensante, amante de la paz social y el orden público, cometió o toleró sin que a nadie temblara el pulso. La brutal e impune represión en una pequeña ciudad donde la República apenas se había hecho sentir cuatro años después de su proclamación; donde no se habían registrado quemas de iglesias ni desórdenes previos, y donde los ejecutados del primer momento fueron los primeros e ingenuos sorprendidos por la suerte espantosa, desproporcionada, que sus verdugos les deparaban. Limpieza social, fosas comunes, torturas, violaciones y pillajes, dejación de la dignidad nacional en manos de tropas alemanas e italianas, ejecuciones sistemáticas de presos, litros de agua bendita con que las jerarquías eclesiásticas hisoparon todo aquello, constituyen el paisaje estremecedor por el que se mueve este relato fiel, escrito por un hombre honrado. Por alguien que pudo contentarse, sobrevivir, callar y medrar, y no lo hizo. Si la lectura de Doy fe remueve cómodas certezas e inquieta el sueño tranquilo de algunos, tanto en la ciudad de Burgos como fuera de ella, su reedición habrá merecido la pena.
A los que nos gustan los libros, el tener en las manos uno, se convierte en una posible aventura. Sus páginas no se sabe dónde pueden llevarte con la imaginación. Y si son lugares y personajes reales, y un testimonio como el que hay en 'Doy fe', tal vez les dediques muchas horas. Si en el camino se encuentran personas que también lo han leído, y aportan sus interpretaciones, estudios y descubrimientos, es -aunque muy triste como en este caso en el que queda patente lo oscuro de la condición humana-, cuando también se aprecia la valentía de las que no siguen la corriente a los que a costa del sufrimiento de otros, sólo buscan medrar escudados hipócritamente desde todos los tiempos.
---
En libro 'Burgos, Marruecos y otras cuestiones de fe -Un viaje en el recuerdo'
Félix Iglesias - ABC de Castilla y León
Joaquín Sánchez Torné - El Correo de Burgos...
director de informativos: Eduardo Gordaliza
Edición: Enrique Berzal
Realización Raúl Sancho
https://www.youtube.com/watch?v=XwQXsDBZ3pM
Carlos Olivares Ramírez:(min.8,23): "La Memoria histórica de este país es muy floja, y muy débil y muy interesada"
OLIVARES-LIBROS ANTIGUOS
Programa Primera Hora -(Recogida referencia en p.77 de 'Burgos, Marruecos y otras cuestiones de fe')
Enrique Berzal entrevista a Carlos Olivares, editor de la obra "Doy fe" de Antonio Ruiz Vilaplana (15/11/2010)
.[..]¿cómo surge la idea de reeditar este clásico de Ruiz Vilaplana?
...Bueno esto hace muchos años ...que siempre había algún amigo que solicitaba el libro....y luego se han juntado tres condiciones que son las que dieron el paso final:
Uno era la oposición de determinadas personas a que aquellas personas que perdieron durante la guerra civil a sus familiares tuviesen problemas para intentar hallar sus cuerpos; otro es el intento de algunas personas de cambiar la realidad de la historia; y por fin pues una conversación que mantuve con Arturo Pérez-Reverte en la que yo le manifesté la idea que tenía desde hace tiempo de reeditar este libro y él fue el que me animó definitivamente a hacerlo..."
[…]”Antonio José, el músico de alma infantil, adorado por el pueblo burgalés, organizó un orfeón popular que en sus excursiones por la provincia llevaba a los pueblos olvidados la alegría de unas canciones y el despertar a una nueva existencia más grata y generosa.”
--
Veremos el capítulo X - 'La ejecución de Antonio José, el Músico Poeta',
DOY FE -1937 (páginas 103 a 114)
DOY FE- 1977(páginas 103 a 114)
DOY FE - 2010 : (páginas 113 a 123)
Este capítulo X, del libro DOY FE, de Antonio Ruiz Vilaplana, reproducido en su totalidad, ocupaba las páginas 43 a 47 del ejemplar nº 1, de Enero 1938, de la Revista MÚSICA" (*)
Revista MÚSICA -mensual- Dirección General de Bellas Artes - Barcelona
--
En la página 48, del ejemplar nº 1, de Enero 1938, de la Revista MÚSICA, incluían también una relación de:
'ALGUNAS OBRAS DE ANTONIO JOSÉ'
Suite ingenua. (Romanza, balada, danza). Interpretada en Madrid por la Orquesta Clásica en 1921)
Preludio y Danza popular. (De una ópera inédita sobre un tema del «Quijote»). Interpretada por la Orquesta Sinfónica en 1934.
Sonata gallega, para piano (Unión Musical Española, ed. Madrid).
Varias Danzas burgalesas, para piano. (Unión Musical Española, ed. Madrid).
Cinco Coros Castellanos (Esto va güeno, Agudillo, La Tarara, ¡Ay, amante mío! y El molinero) (Unión Musical Española, ed. Madrid).
Tres Cantigas de Alfonso X (Ed. Max. Eschig, París).
Estudio sobre el Folklore Burgalés (Premiado en concurso público del Estado).
La canción popular burgalesa. (Comunicación leída en el III Congreso Internacional de Musicología, Barcelona 1936)
Conferencias sobre varios temas musicales.
Colaboraciones en diferentes revistas: Ritmo, Musicografía, Boletín de la Comisión Provincial de Monumentos de Burgos, etc
Su producción musical inédita era copiosísima y abarcaba diversos géneros, música instrumental y vocal, una ópera, varias sinfonías, etc.
Continuará
--
(*) Nota: Esta revista de 1938, era dificilísima de encontrar. Leemos en internet, que se hace una reedición en 1998 de la "Música" "Con el patrocinio de la Fundación Autor de la SGAE - Edición facsímil de los cinco números de la revista publicados entre enero y junio de 1938 en Barcelona por el Consejo Central de la Música, un testimonio único sobre la vida musical y cultural española en plena guerra civil, que se encontraba hoy prácticamente ilocalizable."
Como ya he explicado en varias entradas de mis blogs, y en comentarios, desde que leí en Triunfo, diciembre de 1971, el artículo de Santiago Rodríguez Santerbás, estaba interesada en todo lo relacionado con nuestro músico burgalés: Antonio José Martínez Palacios.
En el año 1977, estando desde el verano en Burgos, leí en el mes de octubre y noviembre, la noticia sobre un homenaje que iban a hacer a Antonio José Martínez Palacios. Me alegró mucho el proyecto de editar el "Cancionero burgalés" de Antonio José, premiado en el Concurso Nacional de Música en 1932 (como escribía FUYMA, en su artículo 24 de octubre 1977)
Hubo conferencias y actuaciones dedicadas a su recuerdo, anunciadas en los periódicos:
3, de noviembre de 1977
4, de noviembre de 1977
6, de noviembre de 1977
8, de noviembre de 1977
Y por fin se editaron dos volúmenes, dificilísimos de encontrar hoy día, por lo cual urge una reedición.
Volumen 1 (1980)
Volumen 2 (1980)
En ANTONIO JOSÉ MÚSICO DE CASTILLA, el volumen 1 - 1980 (autores Jesús Barriuso Gutiérrez, Fernando García Romero y Miguel Ángel Palacios Garoz, editado por Unión Musical Española, OBRA PATROCINADA POR EL EXCMO. AYUNTAMIENTO DE BURGOS Y LA DIRECCIÓN GENERAL DE MÚSICA, con Prólogo deJosé Subirá (EL ARTISTA ANTONIO JOSÉ) , y diseño de portada de Fortunato Julián, hacían referencia a este libro 'DOY FE', en la nota (27) (páginas 60 y 65):
"Antonio Ruiz Vilaplana, el que fuera Secretario del Juzgado de Instrucción de Burgos desde 1935 hasta junio de 1937, momento en el que huyó de la zona nacionalista, describe el ambiente bélico burgalés en su obra "Doy fe. Un año de actuación en la España nacionalista". Epidauro Ediciones. Barcelona, 1977. Las primeras ediciones de este libro se realizaron en Barcelona y París el año 1937
El capítulo X es el dedicado a "La ejecución de Antonio José, el músico poeta". La obra contiene errores diversos; particularmente el capítulo de referencia. Aunque ya advierte que conoció a Antonio José de una forma muy superficial, dado el escaso tiempo que llevaba en la ciudad cuando ocurren los trágicos sucesos de los que da fe.
Por otra parte, los medios culturales de la zona republicana dedicaron atención a la figura del músico desaparecido. Así, el citado capítulo aparecía reproducido en el N.º 1 de la revista mensual "Música" (Barcelona, enero de1938), editada por la Dirección General de Bellas Artes durante el primer semestre de aquel año.
En dicho número, junto a "La ejecución de Antonio José, el músico poeta", se incluía también, por indicación expresa de José Subirá, una reseña titulada "Algunas obras de Antonio José". "
https://www.youtube.com/watch?v=jT15zivTr74
Suite ingenua -II Balada - Antonio José (1928)
(piano Alberto Rosado)
--
NOTA
A ver si Carlos Olivares, enamorado de los libros y de las historias de nuestra ciudad, se anima, y libros descatalogados e interesantísimos, como son los citados, pueden rescatarse del olvido, ser conocidos y estar al alcance de todo el mundo, como ha logrado con 'DOY FE', en la reedición de 2010, con prólogo de Arturo Pérez-Reverte, del que hablaremos en días sucesivos.
(Para saber más de ANTONIO JOSÉ, se pueden seguir ETIQUETAS)
Hoy, 114 años después, se me ha ocurrido preparar esta entrada, como homenaje y recuerdo. (He transcrito el contenido del trabajo de Antonio José, su título "Coplas Sefardíes". Ocupaba las páginas 413 a 418.Apareció publicado en el Boletín de la Comisión Provincial de Monumentos Históricos y Artísticos de Burgos, en el Número 42. Primer trimestre de 1933.)
“Coplas
sefardíes, o canciones judeo-españolas. Así se titula un cuaderno de música
para canto y piano que el autor, Alberto Hemsi, me manda desde Alejandría por
mediación de mi admirado amigo José Subirá. Un cuaderno de música pleno de
eufóricas sugerencias. Un rico estuche donde se guardan las canciones que mayor
sorpresa pueden producir a un enamorado del canto popular. Un magnífico venero
de posibilidades folklóricas de insospechado valor. En la portada, como una
invitación a nuestra curiosidad expectante y ávida, está la noticia de dos
países y dos fechas que, con relación al contenido del cuaderno, es todo un
poema de nostalgia y de ternura; aunque para nosotros represente un suave
reproche por diversas razones…
El autor escribe
luego en una breve nota que “estas melodías populares, conocidas con el nombre
genérico de coplas o romansas han
sido recogidas en Rodas, capital del Dodecanaso italiano, entre la población
judía denominada sefardípor su
origen español, y presenta un evidente interés histórico.
Antes, el erudito
musicólogo José Subirá, estudia en un jugoso y extenso prefacio “el
orientalismo hispanista del compositor A. Hemsi” En ese escrito se demuestra que
la música popular española “fue enriquecida por la sucesiva concatenación de
diversos dominadores yde
civilizaciones disímiles y cómo esa misma música después emprendió viajes de
exportación en todas direcciones”. Los moriscos y los judíos sacaron estas
canciones de España “cuando una política regia, deseosa de afianzar la unidad
nacional en lo religioso y en lo étnico, tras la conquista de Granada y el
descubrimiento de América, les impuso el abandono de una tierra donde ellos y
sus antepasados habían vivido como en su propia patria”.
Los judíos expulsados en 1492 de España se expandieron por el mundo llevando en el bagaje
de sus recuerdos la canción popular aprendida en nuestro suelo, y nuestra canción
vernácula expresó fuera de España el íntimo sentir de los judíos desterrados.
Tras cinco siglos de exilio los judíos españoles han conservado puro el tesoro
musical que sacaron de España, sin quererse desprender de esa bella reliquia,
que no otra cosa representa para ellos tan hermoso patrimonio espiritual.
El caballero
Alberto Hemsi, compositor y director de la “Edition Orientale de Musique” de
Alejandría (Egipto), nos asegura en su nota que los judíos del Próximo Oriente,
en general, y los de Rodas en particular, han conservado con fidelidad
asombrosa no solamente el idioma de la antigua Castilla, sus usos y costumbres,
sino también numerosos poemas populares que actualmente forman parte de su vida
cotidiana.
El mismo autor
pondera la dificultad que ha encontrado para fijar con precisión las líneas y
las formas de un texto literario trasmitido oralmente desde hace cinco siglos. Ha
observado ahincadamente las manifestaciones privadas y públicas de la vida de
los sefardíes de Rodas celebradas en diversas épocas del año en los barrios
medievales que antiguamente fueron habitados por los Caballeros de la Orden de San Juan de Jerusalén, de cuyas costumbres parece desprenderse el efluvio de
una arcaica poesía. Y antes de publicar este primer cuaderno de coplas sefardíes ha tenido que comparar con
paciente escrupulosidad las diversas versiones literarias y musicales de un
mismo poema solicitando el concurso de gran número de personas de todas las
edades y de la más variada condición social, hasta lograr la forma que parecía
acomodarse más justamente a la lógica y a la tradición probable. Para la
apreciación de esta labor penosa hay que añadir que algunos poemas fueron
transcritos en caracteres hebreos denominados rachi, los cuales forman una escritura usada entre los judíos de
Oriente y a esta transposición gráfica atribuye el autor determinadas anomalías
fonéticas que con precisión notable señala en el breve introito de su obra
admirable, obra que para nosotros los españoles debe ser ejemplo folklórico,
por su belleza, por su interés, por el minucioso esmero de su exposición y por
el discreto modernismo de su tratamiento armónico. Labor delicada de orfebre
que prueba como pocas la sapiencia de un maestro.(En España sólo sé de un compositor que haya
sabido trabajar de un modo tan nuevo
y tan limpio la canción popular: El P. José Antonio Donostia en sus Trois chants basques).
Porque es casi general entre
nuestros compositores el usufructo de una tonada popular, apuntada con más o menos precisión por cualquier
folklorista dilettante, a la cual empaquetan anacrónicamente entre acordes
etiquetados de tónica y dominante, sin estudiar antes la intención de su forma,
de su ritmo, de su melodía, de su tonalidad... El resultado es esa baraúnda
de cancioneros, de danzas y de coros pseudopopulares que nos dan por buenos los
más ineptos músicos de hoy, completamente horros de técnica y hasta de sensibilidad
lírica. Que si la canción popular requiere fino instinto para su degustación,
también necesita por parte de quien ha de trabajarla especialísimas cualidades.
Y de un modo singular la canción popular española por los distintos componentes
que nutrieron la raíz de su lejano abolengo en el constante devenir de tantas
civilizaciones como pasaron por España y que fueron dejando aquí un sedimento
lírico originalmente abigarrado, que más tarde había de formar la riquísima
solera de nuestra canción campesina.
Nosotros, por descuido, por desaliño,
hemos ido quitando las curvas amplias y las pequeñas aristas de la melodía
popular, y así la hemos ido dejando monótona y fría, hasta encontrarla hoy
insípida en la gran mayoría de los casos, y así la vemos ahora sin aquella
pátina arcáica que era su mayor encanto. Si las raíces del canto popular
tomaron su profundo jugo, como se cree, de las antiguas melopeas religiosas del
canto gregoriano litúrgico, es cosa que parece bastante problemática al
observar la rigidez—hablo siempre en general—de estas canciones populares que
hoy vemos y oímos en libros y obras corrientes. El verso está descuidado; su
aplicación a la tonada parece postiza y a veces atroz, en una amalgama burda;
versos que no tienen sentido o que está manifestado groseramente, tal como si
fuese la improvisación de un coplero zafio. El ritmo lo vemos encasillado,
oprimido por la sequedad métrica de un compás a dos o tres partes, sin otro
matiz en la expresión. Hasta la vulgar influencia ambiente ha destruido la
ingenuidad y la gracia del canto popular, adaptándolo poco a poco, con mil
torceduras cada vez más acusadas, al plebeyo gusto epidémico de las musiquillas
callejeras de nuestros depauperados componedores de zarzuela, revista y cuplé.
Advierto de nuevo que la visión de nuestro vastísimo campo folklórico no es tan
pesimista en su totalidad, y si mucho malo hemos recogido, también hemos
encontrado motivos de tan subido valor que por sí sólos demuestran la
inagotable riqueza lírico-popular española.
Pero es que en
estas coplas sefardíes que comento
veo a Hemsi trabajando con un criterio, una precisión y un talento casi únicos
por poco corrientes. Tanto el poema como el motivo popular están tratados,
repito, con verdadero mimo. Y la parte pianística que acompaña estas canciones
es suelta de escritura, libre, de gracioso desenfado. En ella fluye el ritmo
espontáneamente, con independiente holgura. Quizás, aquilatando con un poco de
rigor, esa libertad risueña de la parte pianística desdibuje algo la sencillez
de la línea melódica; pero es un momento: el buen sentido del autor clarifica y
ordena todo al punto.
Para terminar, nada
mejor que unos ejemplos demostrativos. Obsérvese en ellos la serenidad y la
gracia de su intención, tan simple, tan bella, tan pura como el retozo o la
melancolía popular.
'Ansí dize la
nuestra novia'..." [...]
(Enlazo unos videos que unos usuarios han dejado en YouTube):
"Detalle
interesantísimo en la tonalidad de estas coplas
sefardíes esla constante oscilación
en sus cadencias entre el tono mayor y el menor, con una sensación imprecisa de
ingenuidad suave y un encanto indefinible; es detalle muy característico en la
música hebrea y en la oriental generalmente.
Y ahora a esperar
nuevos cuadernos de música sefardí recogida y trabajada por el caballero
Alberto Hemsi, a quien fervorosamente aplaudo y admiro." ANTONIO JOSÉ
--
Enlace en PDF: http://riubu.ubu.es/bitstream/10259.4/451/1/1133-9276_n042_p413-418.pdf
Tres canciones: 1.- No paséch por la mi sala 2.- Durme, durme, hermosa Dorzella 3.-Ansi dize la nuestra novia
NOTA
Este artículo -completo o parcialmente- con algunas variaciones después de que Hemsi desde Alejandría -en octubre 1935-, (*) enviara a Antonio José su 4ª serie de Coplas sefardíes, publicado
Aparece citado en DOY FE, de Antonio RUIZ Vilaplana, publicado en 1938, en el capítulo X - (pp.103 a 113), titulado: 'La ejecución de Antonio José, el músico poeta'.
página 112 [...]"Era un artículo firmado por Antonio José, sobre la música sefardí, y en él el articulista relacionaba tal música, por su raíz popular con la música folklórica castellana."
..
En pp.79-80-81 (Coplas sefardíes) en el libro
ANTONIO JOSÉ MÚSICO DE CASTILLA,
biografía que en el año 1980 publicó la Unión Musical Española, patrocinada por el Excmo. Ayuntamiento de Burgos y la Dirección General de Música. Autores: Jesús Barriuso Gutiérrez, Fernando García Romero y Miguel Ángel Palacios Garoz. Prólogo de don José Subirá.
--En pp.354 a 357 -libroEN TINTA ROJA, cartas y otros escritos de Antonio José (publicado año 2002)
(*) En carta de 29 octubre 1935, de Antonio José a don José Subirá (pág.201) libroEN TINTA ROJA, cartas y otros escritos de Antonio José (publicado año 2002)